sábado, 22 de octubre de 2011
Respuesta al artículo de Florence Thomas.
Por: Luisa Fernanda Gómez Grisales. En http://www.estoesconmigo.org/index.php?option=com_content&task=view&id=644&Itemid=55
He leído una y otra vez el artículo de Florence Thomas sobre el aborto. No hablaré del enfoque que tuvo porque no viene al caso, sabemos de sobra que no es un problema de género y por eso no vale la pena entrar a explicar algo que mucha gente entiende. Por eso quiero hacer énfasis en el título, Ojalá les duela una mujer en todo el cuerpo, aclarando que no me interesa hablarle a usted, Señora Thomas, sino a las mujeres que de verdad me duelen.
Las mujeres con las que crecí, mi hermana, mis primas, mis amigas de infancia, las del colegio, las de la cuadra. Mis compañeras de la Universidad y esas que la vida puso en mi camino. Las mujeres que me atienden en el supermercado y esas que he visto muchas veces, pero no conozco. Quiero hablarle a la vecina que me cae bien y a esa que alguna vez no le devolví el saludo cuando salí corriendo para llegar a clase.
Hoy me duele una mujer en todo el cuerpo, me duele la mujer que tendrá que soportar un dolor que no era necesario. Unas consecuencias físicas y psicológicas que la acompañaran toda la vida, con el recuerdo del niño que tuvo en su vientre alguna vez. No sólo me duele esa mujer, también el hijo que no tuvo cómo defenderse, ese bebé que tenía su esperanza en el amor del que dependía y el sentido común de otras personas.
Si ustedes piensan que no vale la pena traerlos al mundo por falta de recursos, entonces no han crecido en este país donde la mayoría sale a delante a pesar de las dificultades, y donde la mayoría ha crecido oyendo las hazañas de esos que la vieron difícil, pero vivieron. Ustedes nunca han visto una madre joven que queda embarazada por accidente y aún así, decide darle la oportunidad a su hijo a pesar de las contrariedades.
Nosotras no necesitamos el aborto como una opción, necesitamos que nos apoyen para defender la vida. Necesitamos asimilar que podemos darla y eso nos da el derecho a emprender una de las aventuras más bonitas y por tanto, el deber de respetarla y cuidarla a pesar de todo. Necesitamos que nos enseñen a valorar nuestro cuerpo para entender la misión específica de ser madres en tiempos difíciles como éste.
Necesitamos que nos ayuden a entender que no somos culpables de lo que hayan hecho con nuestro cuerpo contra nuestra voluntad, pero tampoco lo es la criatura que viene en camino. Necesitamos ayudas que valgan la pena, que nos garanticen la superación de cualquier trauma por un medio que no sea la muerte.
Ser madre no es cosa fácil, vendrán días difíciles en los que el cansancio amenace y la sociedad secunde todo aquello que no está de nuestra parte. Vendrán días de trasnocho y madrugones en medio de pañales y biberones, pero tendrá un momento cada uno de esos días y sabremos que vale la pena seguir, que vale pena sacrificarnos y vale la pena amar.
La verdadera necesidad es que se nos enseñe ese amor del que somos capaces, esa habilidad para cuidar de alguien pasando por encima de las estadísticas y las probabilidades. Si Florence Thomas habla de trato digno para la mujer, debe saber que no es digno ponerle la muerte como una salida, que en la medida que se cuide esa nueva vida se le está defendiendo porque de lo contrario, se estaría atentando contra su naturaleza.
Sí, me duele una mujer en todo el cuerpo. Me duele la mujer que tendrá que enfrentar todas esas consecuencias que vendrán sobre su propio cuerpo, la mujer que se creyó el cuento en el que la muerte era el camino de la esperanza. Claro que me duele, Señora Thomas y espero que a usted no le duela una mujer, sino que le duelan muchos, cientos, millones de niños que serán abortados.
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