jueves, 19 de mayo de 2011

¿Qué reclaman?

Con asombro escuchamos voces enardecidas gritando ocultamente “QUEREMOS MATAR, QUEREMOS MATAR”. Derecho a matar es lo que claman las abortistas mundiales, claman derramamiento de sangre humana en el vientre materno y defienden la de los toros en las plazas taurinas.

Estas “matadoras” que exhiben orgullosas sus carteles “soy mujer y no quiero ser madre” o “yo aborté”, rememoran el circo romano en el que la euforia renacía ante cada espectáculo en los que dos fornidos combatientes, en igualdad de condiciones, se batían a muerte. Pero al evocarlos tenemos que ver con claridad que hay diferencias. Por lo menos uno de los implicados está desarmado, tiene pocas expectativas, nulas esperanzas de vida; sólo puede haber un vencedor, un grupo de personas que se aprovechan de la indefensión del pequeño luchador y del desconcierto de su madre, para arremeter con toda la capacidad destructora de la que su psicología enfermiza los dota. Enfermiza porque quienes aman la muerte inducida padecen un desequilibrio, tienen una carencia afectiva que pretenden suplir aniquilando a quienes les son inferiores en capacidades o condiciones; eso sí, siempre encontrarán justificaciones. Que sean o no conscientes de ello no importa. Tampoco Hitler era consciente de su enfermedad al proclamar la superioridad suya sobre los judíos; por el contrario se creía con plena autoridad, la misma con la que se presentan en las vías públicas y en los medios de comunicación nuestras “justas” abortistas reclamando leyes que las amparen.

Qué es lo que piden? Que se legalicen las acciones de MATAR, MALTRATAR Y TORTURAR.

Habrá quienes argumenten que abortaron y nada ha cambiado; y que salgan a promover aún más la aniquilación de los indefensos, si es así, están demostrando que su amor a la muerte es prioritario, que se han sumergido en el ambiente de destructividad, que el egocentrismo las está guiando.

Cuál es el fondo? Crisis de identidad, insatisfacción personal, debilidad, sentimientos de inferioridad infantiles no superados, afán de venganza por lo que no lograron o por rechazos en la niñez que las marcaron. Un carácter débil que se deja manipular del hedonismo; engañadas creen que abortar es señal de independencia, valentía y madurez.

Las invito a que examinen cómo fueron sus hogares. Primó el diálogo? compartían en familia ratos gratos? Se sintieron queridas, aceptadas, escuchadas, apoyadas, valoradas, respetadas?

Si las respuestas son esquivas no importa. El ciclo de la muerte provocada hay que romperlo. Si acaso están pensando en promoverlo hagan un alto; si quieren cambiar sus vidas tienen mucho para enseñar y para dar. No necesitan premeditar y ejecutar un crimen para sentir que son protagonistas de una gran hazaña. Busquen la realización personal descubriendo y explotando sus capacidades llámense intelectuales, artísticas, políticas o sentimentales. Crecerán más que aniquilando seres indefensos que sólo cuentan con la protección y el cariño de una madre.



Alba Marina Giraldo V.

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